En septiembre del año pasado tuvo lugar uno de los más importantes hitos en la historia económica de Colombia: Ecopetrol, la compañía más grande del países, empezó a cotizar en la Bolsa de Nueva York. El logro tiene muchas implicaciones. Pero lo más importante es que la empresa comenzó a codearse con las petroleras más grandes del sector, y en el mercado de valores más grande del planeta. Es realmente un cambio de rumbo.
Este hecho quedó ocultó por el extraordinario año que vivió la industria petrolera: el elevadísimo nivel de precios -con promedio superior a 100 dólares por barril y una cotización máxima de 150- centró buena parte de la atención en los resultados financieros de la compañía. Los ingresos se dispararon hasta 33,9 billones de pesos y el Ebitda hasta 14,5 billones de pesos, algo sin antecedentes. Así que nadie quería hablar de nada distinto.
Aunque es paradójico, lo verdaderamente importante para Ecopetrol no es que haya tenido un año récord en ingresos. El acceso de la estatal al mercado de valores de Nueva York es apenas un paso más en la ambiciosa estrategia de alcanzar una producción de un millón de barriles al día y con ello ponerse a competir en serio en el mundo.
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